Leo en Linkedin un debate en el que se plantea la pregunta de este post: ¿razón o pasión?. Lo que me llama la atención son las respuestas de la gente, unos apoyando una cosa y otros la contraria; eso sí, cada cual razona su respuesta con argumentos sólidos y coherentes, como tiene que ser. Pues bien, desde mi punto de vista estamos ante una disyuntiva absurda, como otras muchas: ¿por qué una cosa excluye a la otra? ¿por qué hay que optar por una alternativa y descartar la contraria? ¿En dónde está escrito que un proyecto emprendedor no pueda reunir ambas características?

De hecho, lo perfecto es que un negocio emane de una pasión y se complete con una dosis de raciocinio. Creer que se puede prescindir de alguna de esas dos cosas es asumir un elevado riesgo. Pensemos por un momento: ¿tiene sentido intentar poner en marcha un negocio que cumpla todos los requisitos de viabilidad (criterio racional) pero sin sentir ilusión ninguna por él (criterio pasional)? Y lo contrario, ¿tiene sentido apasionarse por un negocio cuyos números no salen?

Resumiendo; mi consejo es que no caigan en la trampa de tener que descubrir qué va antes, si el huevo o la gallina. En el mundo de los negocios no existe el dilema que se plantea en ese debate: hay dar entrada a la pasión y a la razón conjuntamente si se quiere tener éxito.

Para aquellos que tengan en mente una idea de negocio, mi sugerencia es que le den todas las vueltas que sea necesario hasta lograr que ambas cosas formen «matrimonio»: corazón y cerebro, emoción y razón. Póngale toda la pasión que pueda y recuerde que si necesita ayuda para determinar cuándo un negocio es razonable, ya sabe; para eso estamos el equipo de Suma Importancia. 🙂

Un cordial saludo

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