Si nos ajustamos a lo escuchado en los «mass media» todos los días, no es de extrañar que cunda el pesimismo en la población. Entre noticias de despidos, de subida de impuestos, de dificultades de financiación, etc., la gente tiene razones para querer meterse bajo tierra y dormir el «sueño eterno».

Frente a esta percepción generalizada, los que tenemos la suerte de estar en contacto diario con emprendedores recibimos mensajes en sentido contrario; son personas optimistas, ilusionadas, que tienen una idea en la que creen firmemente y quieren convertirla en su modo de vida. ¿Cuál de los dos colectivos tiene razón? ¿Cuál rema «contra corriente»?

Como sucede la mayoría de las veces, la respuesta está en un punto del medio. Apoyando a los segundos, hay que decir que no está todo perdido y que cada uno de nosotros tenemos las llaves para resolver por nosotros mismos nuestra propia situación: ni Rajoy, ni Merkel, ni nadie nos quitó a nosotros esa capacidad, ¡¡afortunadamente!! Pero tampoco podemos obviar que el contexto que nos rodea es el que se describe en el primer párrafo. ¿Qué hacer entonces?

Pues muy fácil; hay que apostar por nosotros mismos, creer en nuestras capacidades y darle fé a nuestras ideas; pero conjuntamente hay que asumir cómo es el entorno y buscar las alternativas para encajar el proyecto en ese «nido». Es una cuestión de conocimiento, ni más ni menos.

Saber cómo es el mundo que nos rodea no es bueno ni malo; es una información más de las muchas que nos afectan. Lo bueno o lo malo depende de si encontramos la fórmula para integrarnos en ese entorno. Los que no sean capaces de encontrarla sí podrán decir que la situación es nefasta. Pero para quien vea el camino, en entorno es una variable más a tener en cuenta.

Los riesgos y la incertidumbre se combaten con información, porque esa es la mejor arma que tenemos para minimizar los peligros que nos acechan. Los emprendedores deben ser tremendamente proactivos en la búsqueda de información y en compartir conocimiento. Ahora más que nunca. Cuando tengamos las claves sobre la mesa, ya solo nos queda tomar las decisiones que mejor se adapten a la problemática aflorada, y esto no deja de ser una cuestión igual de simple o compleja que lo fue siempre. Ni más ni menos. 

Resumiendo; ni todo es tan negro como unos lo pintan ni tan blanco como quien se tira a la piscina sin comprobar si está llena de agua. Para quien tenga un proyecto en mente el mensaje es muy claro: ¡¡adelante con él!! pero NO sin haber previamente estudiado cómo es la situación y haber ajustado la idea para integrarse en el entorno. Hace años no era tan importante hacer este pre-ajuste porque la situación económica boyante «disimulaba y compensaba» los errores que se pudieran cometer. Al haber pasado a un contexto tan diferente las precauciones deben aumentar, pero eso no significa que no sea posible tomar las riendas de nuestro futuro. Déjese asesorar, acuda a reuniones de networking, estudie…, y su percepción de las cosas cambiará rotundamente.

Un cordial saludo

Juan José Romero