¿Recuerdan aquel juego que consistía en hacer una torre de copas de cristal y comenzar a llenarlas de champán desde arriba? España es algo similar a esto: una torre de copas sobre la que se dejan caer recursos hasta llenarlas todas. El problema surge cuando hay escasez de dinero y aparece el riesgo de que el champán no llegue hasta la parte de abajo de la pirámide. ¿Se preguntó alguna vez qué copas hay en la base? Exacto: la Sanidad, la Educación, las pensiones, las becas, el I+D+i, las ayudas al emprendimiento, etc. Lo que llamamos la economía productiva y el estado del bienestar.

Para solucionar esta escasez de recursos se apela a la sensibilidad del ciudadano… ¡y a su cartera! En base a contarnos la misma mentira nos hemos creído que la solución pasa por hacer nuevos sacrificios económicos, aunque conviene recordar que hay otra manera de solucionar el problema: subir las copas importantes para arriba, es decir, cambiar el orden de prelación en el reparto de recursos.

El modelo económico que tenemos en este país consiste en poner encima las copas que aportan bienestar sólo a quienes beben de ellas y dejar abajo las que generan bienestar colectivo; la economía “chiripitifláutica” es la primera que se llena y la economía productiva se va para la parte de abajo. Este planteamiento funciona bien a la hora de pedir sacrificios a la población: es más fácil sensibilizar a la gente diciéndole que no hay dinero para la Sanidad, la Educación, etc. que pedir dinero para gastos “chiripitifláuticos” en caso de que hicieran una colocación lógica de las copas y éstos pasaran a la parte final de la pirámide. ¿Se imaginan esta situación?

Lo preocupante es que en la parte de abajo también esté el emprendimiento y el I+D+i. Y no hablo específicamente de ayudas económicas a las empresas, sino en eliminar “barreras de entrada” que permitan a quienes tienen un proyecto de vida darse un chapuzón en la piscina del emprendimiento, a ver si les gusta la temperatura del agua y se quedan un ratito más. Las empresas son el tejido productivo que genera el champán para llenar las copas, directamente vía impuestos e indirectamente vía generación de empleo, por lo que parece una mala señal colocar esta copa debajo de todo o no tenerla ni siquiera en consideración.

¿Llegará el día que copiemos a nuestros socios europeos alguna cosa buena y no solo los impuestos? Inglaterra, por ejemplo, cobra una cuota de 12 euros a los autónomos hasta que llegan a determinada cifra de facturación, y Francia no cobra cuota alguna de Seguridad Social durante el primer año para que si la cosa no sale bien, el emprendedor no haya gastado su dinero en el intento.

Mientras tanto aquí seguimos discutiendo cómo hacer llegar recursos a las copas de abajo obviando que las de arriba rebosan de champán y que, quizá, no deberían estar tan altas. Apostar por el tejido “chiripifláutico” en detrimento del tejido productivo es una apuesta de mucho riesgo: el día menos pensado se nos viene abajo todo el castillo. ¿Cuándo vamos a cambiar de verdad el orden de las copas?

Un saludo

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