Comencemos hablando del funcionamiento del cerebro humano. Cuando recibimos un estÃÂmulo sensorial proveniente de una persona se genera una emoción que queda grabada en algún lugar de nuestro cerebro. Cuando volvemos a tener conocimiento de alguna nueva cosa de esa misma persona, ese segundo estÃÂmulo se «conecta» con el anterior y se alinea en un sentido u otro. Y asàcon un tercero, un cuarto, etc., hasta que llega un momento en el que ya nos hacemos una imagen mental del individuo que se está comunicando con nosotros, es decir, lo encasillamos y lo etiquetamos: «fulanito de tal es asû (interesante, optimista, un pesado, desagradable…)
Esta reflexión requiere poner énfasis en varias cosas:
- Primera.- aunque los estÃÂmulos los emitamos de modo aislado (hoy una cosa, dentro de quince dÃÂas otra, al mes otra…), nuestro cerebro conecta todas las emociones entre sày crea una «cadena», un todo. Solemos pensar que un artÃÂculo publicado en Facebook un dÃÂa de cabreo es insignificante para determinar nuestra personalidad, pero como nuestro cerebro lo va a relacionar con cosas publicadas tiempo atrás, a poco que encuentre un hilo conductor entre todos ellos ya nos aboca a la construcción de una cierta imagen personal.[divider type=»space»]
- Segunda.- La mente tiende a magnificar las cosas; el cerebro no opera de modo lineal, sino de modo exponencial. Un impacto, más otro, más otro… no suman tres; equivalen a nueve. De modo práctico, esto significa que si seguimos una estrategia de comunicación alineada con un objetivo y somos recurrentes en el lanzamiento de mensajes, con pocos impactos que hagamos lograremos crear una imagen «magnificada» de nosotros.[divider type=»space»]
- Tercera.- nuestro cerebro está permanentemente buscando referentes en la memoria con los que comparar las cosas. Si una persona nos resulta desagradable es porque ha logrado que nos formemos una imagen que es, en comparación con otras, claramente peor.
Y ahora vamos al grano; como dice mi buen amigo Roberto Pérez Marijuán…
«Ã¢â‚¬Å“la gente se engaña sola; en muchas ocasiones y a distintos niveles, lo único que se hace es crear las circunstancias que les ayuda a engañarse en el sentido que interesa a quien crea la situaciónâ€Â
y esto tiene mucho que ver con la estrategia en redes sociales. Aclaro que no estamos promoviendo en absoluto engañar a nadie; el término usado va en tono jocoso y lo que viene a decir es que debemos mantener una lÃÂnea clara de comunicación orientada en una misma dirección, sin incongruencias con nuestra personalidad. No consiste en engañar; simplemente en seleccionar mensajes y ponerlos en tono positivo uno tras otro. La mente de las personas ya hará lo que tenga que hacer y sacará la imagen que estábamos buscando. Esa es la lectura que debemos hacer y esa es la aplicabilidad práctica de las redes sociales.
Veamos ahora ejemplos nefastos de mala comunicación. Si un dÃÂa tengo un «calentón» y utilizo facebook para «rajar» contra alguien, debo ser consciente que esa emoción negativa (ira, cabreo) va a quedar grabada en el cerebro de quien me lee durante mucho más tiempo del que yo me pensaba. Si dÃÂas después me vuelvo a quejar por otra cosa… ¡¡segundo impacto!! (por la ley exponencial equivale a cuatro). Y si un tercer dÃÂa participo en un debate dentro del «club de la queja» de este paÃÂs, tercer impacto que se agrega a los anteriores; ya van nueve y ya me estoy a punto de que encasillen en una «estanterÃÂa» muy concreta. ¿Cómo saldré luego de ahÃÂ? DifÃÂcil.
Del mismo modo que quien se labra una imagen positiva no se ve afectado por impactos negativos puntuales derivados de cosas concretas, quien cayó en el lado negativo también lo tiene muy complicado para cambiar su imagen. Cuesta sangre, sudor y lágrimas que nuestro cerebro modifique todos los recuerdos anteriores y haga un reset, dándonos la oportunidad para construir una imagen radicalmente diferente.
En estas estábamos de toda la vida, pero ahora peor. La aparición de las redes sociales no hizo más que multiplicar por mil la exposición a estÃÂmulos por parte de los demás, y de ahànace el interés por saber crear «marca personal». Las personas que se pasan el dÃÂa participando en debates sobre lo mal que va el paÃÂs, lo malos que son los demás, lo negativo que se presenta el panorama… acaban labrando una imagen poco favorable de sàmismas. Y si en lugar de una persona, quien lo hace es una empresa, probablemente esta imagen «corporativa» pase factura a la cuenta de resultados porque las ventas y la reputación suelen ir cogidas de la mano. Por contra, quien se labra una buena reputación en base a alinear sus mensajes con un espÃÂritu positivo, motivador, de esperanza, acaba siendo bien recibido por los usuarios y encasillado en la parte buena de nuestro mapa mental.
Finalizo retomando el tÃÂtulo del post. Por favor… ¡¡no subestimen el poder de las redes sociales!! Todo lo que hacemos en ellas y que aparentemente pueden parecer cosas aisladas sin mayor importancia (hoy un comentario, mañana otro, pasado una foto…) acabarán teniendo una clara repercusión en la creación de una imagen en quien nos lee. Si tomamos conciencia de esto podemos acabar gestionando nuestra reputación en el sentido que nos interesa. Mi sugerencia final es que se dediquen a aportar valor y dejen que la mente de los demás funcione como siempre lo hizo: magnificará los impactos y les encasillará en el sitio que se merecen.
Un cordial saludo